sábado, 8 de enero de 2011

I. AMANTES SIN BARAJA “o cuando fuimos a un espectáculo de lucha libre y al salir comprendí que te amaba, y en fin, tantas otras cosas que suceden...” x-504

El PRIMERO

Cuando te vestías de mujer e imitabas a tu madre y yo te hacía un estudio fotográfico, husmeando en las humedades de la pared y tu vestido, cuando nos deshacíamos de tu reloj y las teclas del piano que amabas mas que a mis caderas y yo te saltaba encima, para que dijeras mi nombre letra a letra sin equivocarte y nos queríamos en los mediodías del invierno, con jazz vibrando en el techo y el agua de la piscina congelada y empezamos con malabares huérfanos a escribirnos en la piel, y nos descubrimos en la mitad de un escenario, corriendo con ropa interior amarilla calcinada por el tiempo, y en la calle indefensos ante la lluvia y los edificios… cuando veíamos al saxofonista ciego de la avenida séptima que era pintado por un viejo que a la vez era contado por nosotros en las historias del sueño, y cuando se acabaron las vacaciones y tuve que volver a casa, con las maletas rotas, con la sensación de que el antiguo vestido se quedaría en el armario y que el rollo de fotos lo guardaríamos en un cofre para no verlo nunca, para no revelar los secretos, de nosotros que nos quisimos desde niños, en los juegos del parque y los regaños de tu madre y cuando nos prendieron los piojos y nos bañábamos en shampoo para darnos besos en los dedos sin que lo notara tu hermano mayor y de cómo hoy… nos escribimos a veces con esa solemnidad de los viejos que no somos, y como nos extrañamos cuando encendemos la televisión y no hay quien nos haga muecas y nos escupa leche con galletas en la cara.


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